“Tao ching Te ching” LAO TSE

Vivimos inmersos en una época yang, en la que los valores identificados como masculinos y la búsqueda del éxito se exaltan en todos los terrenos.

 

Deportistas, predicadores, profesionales, empresarios, parejas, medios de comunicación, niños […] todos anhelan para sus  vidas múltiples triunfos parciales dentro de un proyecto de triunfo general.

 

La base de la primámide de estas victorias se disimula como se puede. Es el fracaso, la enfermedad, la soledad, la conciencia de las propias limitaciones… todos esos temas que «no son noticia» pues distraen en la zanahoria prometida que cuelga un poco más allá. Que media humanidad tenga problemas para substistir y la otra media para ser feliz apenas es una nota a pie de página. No se nos educa para que simplemente nos cultivemos. Y no se puede vivir instalado en el éxito por la sencilla razón que el tiempo de cosecha rara vez es permanente. Más pronto o más tarde sobreviene la contracción […]

 

La filosofía china del yin y el yang es probablemente la que mejor ha expresado ese equilibrio inestable entre dos términos contrarios, que se necesitan mutuamente y en la que cada uno de ellos ya alberga el germen del otro. Esa teoría, nacida de la observación de la naturaleza, constituye a su vez la fuente esencial del taoísmo y el Tao Te Ching.

 

A quienes saben que las monedas tienen dos caras pero intentan que en su vida predomine la más atractiva, el Tao Te Ching viene a decirles que jueguen la carta contraria. Que no busque sus objetivos de frente, sino dando un rodeo; que se pertrechen de amor antes de afrontar una batalla; que se rebajen en la misma medida en que aspiren a la grandeza. La naturaleza tiende a compensar los desequilibrios: rellena los fondos marinos y desgasta las montañas, quiebra al árbol poderoso y respeta la brizna de hierba, tiende a quitarnos lo que nos sobra y a procurarnos lo que nos falta. El desprendimiento supone así la semilla que mejor puede propiciar sus dones.

 

Quizá el auge del confucianismo en China y su oposición al taoísmo es la mejor carta de credibilidad para el Tao Te Ching: […] si propone una vía yin o femenina para el «éxito» está sembrando el camino para que también surja una opción yang, más directa y agresiva. Pero la oposición entre ambas escuelas, que constituyen dos filones constantes para comprender la cultura viva más antigua del planeta, no es total, al cotrario de lo que pudiera pensarse. Se diría más bien que es como si una fuera el complemento de la otra. Por usar los términos chinos, al taoísmo le correspondería els aspecto yin y al confucianismo el aspecto yang del todo único que es la concepción china de la vida y el mundo.

 

En el campo social podría decirse que si el confucianismo es la filosofía de los que han «triunfado» o esperan triunfar, el taoísmo es la de quienes han fracasado o han conocido la amargura y la vacuidad del éxito. Si se quiere concretar en tipos humanos, el producto del confucianismo […] podía ser el funcionario consagrado a su trabajo, un profesional plenamente integrado en el medio social. Fruto del taoísmo sería, por el contrario, el individuo soñador e inconformista, el vagabundo tan amigo de la naturaleza y de la bruma como de la embriaguez lírica.

 

Y si ambas escuelas de pensamiento forman el árbol único del saber chino, por la misma razón los dos tipos humanos pueden convivir en una misma persona. El funcionario confuciano – y su equivalente moderno, el occidental que vive volcado en su trabajo-, cumplidos sus deberes oficiales puede dedicarse a la meditación taoísta, a prácticas de control de la respiración, a ejercicios sexuales que incrementen su nivel de conciencia o a buscar en el vino no la simple embriaguez, sino la elevación mística. Por algo en China se dice que el hombre perfecto es «confuciano de día, taoísta de noche».

 

En su vertiente más mundana, el taoísmo se entendió com una ideología permisiva de lo «privado», contrapuesta a lo «público», regulado por rígidos principios confucianos. El ideal de encontrar la llamada «vía de en medio» entre ambas es la base de lo que suele definirse como sabiduría china.

Ahora bien, si un aire fresco aporta desde su lejano nacimiento el Tao Te Ching a la humanidad es su apuesta, bella y profunda, por la vía yin

 

Quienes buscan la salvación del individuo antes que la del grupo, quienes, por uno u otro motivo, han perdido comba en la sociedad o han visto rota su ambición, tienen en el Tao Te Ching una ayuda inestimable par seguir viviendo. Filosofía para perdedores, se ha dicho en más de una ocasión con desprecio.

 

Filosofía para quienes saben que nada es permanente -empezadndo por el triunfo y la derrota- y aspiran a entrever la unidad tras el velo de sus engañosos flujos.

 

[…]

 

 

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